“En una época lejana, antes de que la historia avanzara penosamente sobre las colinas y destrozara el presente y el futuro, antes de que el viento agarrara la tierra por una esquina y la despojara de su nombre y de su carácter, antes de que Amal naciera, una pequeña aldea del este de Haifa vivía en paz de los higos, las olivas y el sol, con las fronteras abiertas.”
Así comienza Amaneceres en Jenin, la historia de Amal, de la aldea que sus padres perdieron para siempre con la ocupación israelí; del hermano que les robaron; del campo de refugiados de Jenin en el que ella se crió y donde, al amanecer, su padre le leía poemas en los que parecía dibujarse un futuro esperanzador que nunca llegó, que no ha llegado todavía.
Cuentos de la tradición oral árabe, que destilan la sabiduría de una cultura auténticamente popular. El verbo es sutil, y oculta más de lo que muestra. Bajo la aparente salacidad y lujuria se oculta también toda una crítica social, de la que no se libra el orden político ni el religioso.
Un hombre es destinado a una solitaria cabaña, a orillas de un fiordo, con la misión de alertar de la presencia de terroristas en la zona: esa situación de pesadilla, relacionada con el sentimiento de culpa de un funcionario de prisiones, conforma la atmósfera claustrofóbica del relato que da título a este libro de cuentos. La angustia provocada por el terrorismo tiñe otros cuentos del volumen y alcanza su máxima expresión en «Carne rota», un mosaico a partir de las vivencias de varios personajes en la tragedia del 11-M.
Una misteriosa y aristocrática anciana fallece en su magnífica casa del paseo marítimo de Las Arenas. Aunque siempre la ha perseguido el rumor de un amor inconfesable, nadie conoce su pasado. El descubrimiento fortuito de sus cuadernos de juventud revela a Nelsy, su última cuidadora, la inesperada historia de una mujer fascinante y la memoria de una época marcada por la tragedia.
La apasionante historia de amor entre el monarca más poderoso de su tiempo y una joven dama de la corte
Salamanca, 1543: Un joven Felipe, hijo del emperador Carlos V, espera con nerviosismo la llegada de su futura esposa, Mª Manuela de Portugal. A sus dieciséis años, Felipe no puede disimular la decepción que le depara la princesa portuguesa, rolliza y poco agraciada. Su mente no puede dejar de evocar a la mujer que domina sus sueños más íntimos: Isabel de Osorio. En su misma noche de bodas con Mª Manuela, Felipe hace llamar a Isabel, quien acude presurosa a los brazos del príncipe, el hombre al que ama con locura… Una diosa para el rey nos abre la puerta a las cortes más importantes de la época y a los corazones de quienes las gobernaban.
Madrid, primavera de 1939: Jimena Bartolomé, apenas salida de la adolescencia y recién casada con el amor de su vida, es encerrada en la cárcel de mujeres de Ventas. En esta siniestra institución, su directora, María Topete, gobierna el destino de las reclusas y de sus hijos…Ana R. Cañil recrea en Si a los tres años no he vuelto unos hechos terribles y prácticamente desconocidos de nuestra posguerra: la historia de las prisioneras cuyos hijos les fueron arrebatados por sus carceleros para internarlos en seminarios y conventos o darlos en adopción.Si a los tres años no he vuelto se convierte en una novela imposible de soltar por el hecho terrible que denuncia y por el enfrentamiento entre Jimena y María, dos mujeres inolvidables.
Cinco personajes que, tras vivir momentos dolorosos, se preguntan sobre el sentido de la vida, y sobre la posibilidad de ser felices, vertebran los cinco relatos que componen este volumen. Si, en «La casa de los fantasmas», dos compañeros de universidad traban una intensa amistad que tras una larga separación se convertirá en un amor profundo, el segundo relato, «¡Mamaaa!», narra la historia de una joven que trabaja en una editorial y que, tras un incidente, tardará en recuperar la fe en las relaciones humanas. A su vez, «La luz que hay dentro de las personas» relata una hermosa pero trágica historia de amistad entre niños. En «La felicidad de Tomo-Chan», la ingenua protagonista consigue, pese a la adversidad, no perder jamás la esperanza y disfrutar de lo que le brinda el día a día. Por último, en «Recuerdos de un callejón sin salida», Mimi se desmorona cuando descubre que su novio la ha abandonado, y sólo la relación con Nishiyama, un joven que trabaja en un bar situado en un callejón sin salida, la ayudará a superar la tristeza.
¿Cómo se convierte una esposa en amante? Kate sabe que su matrimonio perdió la chispa hace años, aunque a su marido no parece importarle. Los hijos consumen todo su tiempo y energía, pero tiene que encontrar la manera de reavivar la pasión de antaño. ¿Cómo se convence a un hombre para que se convierta en el amor de tu vida? Sarah es enfermera de Médicos Sin Fronteras, y su hogar está en las sofocantes aldeas africanas. Pero el único hombre al que ha amado se mueve en los confines de una clínica climatizada de Los Ángeles. La imagen idealizada de este hombre del pasado le impide ver al amor de carne y hueso que tiene a su lado. ¿Cómo se convierte una mujer en madre de la noche a la mañana? La exitosa carrera de Jo la ha llevado a creer que carece del más mínimo instinto maternal. Cuando irrumpe en su vida una pequeña huerfanita, Jo se ve obligada a afrontar las secuelas de su desdichada infancia y a derribar el muro que protegía su corazón.
Con demasiada frecuencia, en Europa nos apresuramos a desprendernos del legado de personajes intempestivos mediante el olvido o simplemente introduciéndoles en ese mundo de brumas que llamamos la fama. La creencia de que nadie es imprescindible ha sido una ley moral en las últimas décadas, origen de un entramado perverso sobre los usos y los lugares de la memoria. El pasado solo tiene interés en mostrarnos los caminos que nos ha llevado hasta hoy, no los senderos nunca transitados, las ocasiones perdidas, los proyectos malogrados. Los personajes intempestivos quisieron cambiar el ritmo de la historia, bien acelerándolo, bien configurando otras posibilidades.
Todos tienen en común, a día de hoy, una manifiesta incorrección política. A uno le gustaba la guerra como razón de la vida (Bertran de Born), otro cuestionó el orden del saber (Pedro Abelardo), otro se fraguó un lugar en la historia a base de mixtificaciones y de absorción de los valores del otro porque también la impostura es intempestiva en ocasiones (Ricardo Corazón de León). Uno se supo perdedor al apostar por la aventura promovida por las novelas (Boucicaut); otro supo que el triunfo es la puerta de entrada al fracaso (el Gran Capitán). Hay quien apostó la reputación social para encontrar respuestas a un tema ardorosamente moderno como el amor (Guillermo de Aquitania). Uno vivió la cotidianidad como una moral de trabajo (Ricardo Guillem); otro invirtió esfuerzos y recursos para convertise en una leyenda en vida (El Cid). Uno mostró toda la genialidad que un hombre es capaz de hacer y se le reconoció pero no valoró (Leonardo). Uno pensó España antes de tiempo (Don Juan Manuel) y oro buscó un soporte moderno a la pintura (Rembrandt). Y, por fin, el hombre que convirtió la música es un medio de vida (Mozart).
Todos ellos construyeron la historia desde una personalidad fuerte, a contracorriente, conscientes de que el sacrificio personal a menudo es necesario para iluminar nuevos caminos.