Blog de la Biblioteca Municipal de Alange

Espacio dedicado a difundir la actividad de la biblioteca y foro de discusión sobre la cultura en general.

Archive for febrero 2012

Boletín de la Revista «»EL RINCÓN SOCIAL DE MIMCO»

Posted by Biblioteca Alange en febrero 29, 2012

Desde la Oficina de Igualdad y Violencia de Género de la Mancomunidad Integral de Municipios Centro, os enviamos el nuevo boletín de la revista «EL RINCÓN SOCIAL DE MIMCO».

La Oficina de Igualdad continuamos con el trabajo que se estaba realizando desde el Grupo de Trabajo en Red del Área Social de la Mancomunidad y es por ello que queremos seguir realizando de carácter bimensual la revista que os adjuntamos.

Esperemos os guste y podáis darle la mayor difusión, de la manera que os sea posible, para llegar a la ciudadanía de vuestras localidades.

Saludos!!

Cristina

Oficina de Igualdad y de Violencia de Género
Mancomunidad Integral de Municipios Centro

Acceso Carretera N-630 Polígono Industrial Dehesa del Rey
06810 Calamonte
(Badajoz)
Teléfono: 924 32 41 06
Fax: 924 32 41 57

MARZO-ABRIL-1  Pinchad aquí para desplegar la revista

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El último poema de don Miguel de Unamuno

Posted by Pedro Ferreira en febrero 28, 2012

Miguel de Unamuno por Daniel Vázquez Díaz


Morir soñando
"Au fait, se disait-il a lui-même, il parait que mon destin est de mourir en rêvant".
(Stendhal, Le Rouge et le Noir, LXX, «La tranquillité»)
Morir soñando, sí, mas si se sueña
morir, la muerte es sueño; una ventana
hacia el vacío; no soñar; nirvana;
del tiempo al fin la eternidad se adueña.

Vivir el día de hoy bajo la enseña
del ayer deshaciéndose en mañana;
vivir encadenado a la desgana
¿es acaso vivir? ¿y esto qué enseña?

¿Soñar la muerte no es matar el sueño?
¿Vivir el sueño no es matar la vida?
¿A qué poner en ello tanto empeño?:

¿aprender lo que al punto al fin se olvida
escudriñando el implacable ceño
-cielo desierto- del eterno Dueño?

Miguel de Unamuno, 28 de diciembre de 1936

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‘The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore’

Posted by Biblioteca Alange en febrero 27, 2012

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 The Fantastic flying books, de William Hoyce y Brandon Oldenburg, ha ganado el premio al mejor corto de animación en los Óscar 2012 de Hollywood. No os la perdáis. Es una maravilla.

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VIII Ruta Senderista «Peñas blancas»

Posted by Biblioteca Alange en febrero 23, 2012

El Club de Senderismo “Peñas Blancas” de La Zarza organiza para el próximo domingo 4 de marzo la VIII Ruta Senderista “Peñas Blancas”. Se trata de una ruta de 18 kms., de dificultad media, que transcurre por las proximidades de La Zarza y nos permite conocer y disfrutar de parajes de alto interés histórico-paisajístico tales como las pinturas rupestres de La Calderita (declarado Bien de Interés Cultural), la sierra de Peñas Blancas, un bosque de pinos, la sierra de Juan Bueno y las minas de Tierrablanca.

La ruta (PR-BA 47) está homologada por la Federación Extremeña de Montaña y Escalada y pertenece al Circuito Extremeño de Rutas Senderistas “Alimentos de Extremadura”.

Se espera una gran participación de senderistas procedentes de distintos puntos de la geografía extremeña e, incluso, de fuera de nuestra comunidad.

La organización dispondrá de varios puntos de control y avituallamiento, finalizando la prueba con una paella popular para todos los participantes y la entrega de un regalo conmemorativo. Después de la comida habrá música y baile a cargo de un DJ que pondrá el broche a una jornada que se espera sea una fiesta para el senderismo en general y para La Zarza en particular.
José María Benítez Carroza
Presidente Asociación Senderista y Cultural «Pata del Buey»
Alange (Badajoz)

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Carnavales Alange 2012

Posted by Biblioteca Alange en febrero 19, 2012

                                                                                                                

 

   Os dejamos las fotos de los Carnavales de Alange 2012. Cada año comprobamos que las diferentes comparsas que participan en él superan el listón que ellos mismos alcanzaron el año anterior en los disfraces, coreografías y música, también en imaginación y ganas de pasarlo bien. Felicitamos a todos los participantes, instándoles a que el próximo año sigan trabajando para que el Carnaval de Alange alcance el nivel que se merece.

  Las fotos son de Fefa Corbacho y Maria del Carmen Méndez.

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«Un héroe» de Slawomir Mrozek

Posted by Biblioteca Alange en febrero 17, 2012

 

 

 

 

         Un buen día, paseando por la orilla de un río vi de pronto a un boy-scout que se estaba ahogando. Conozco el lugar, no es profundo, así que decidí salvarlo en cuanto se reuniera un poco más de público. Me senté en un banco a esperar. El boy-scout gritaba de lo lindo, por lo que al cabo de poco se congregó en la orilla un nutrido grupo de gente. Esperé un poco más para que el público estuviera al completo, entonces me levanté, me acerqué al agua y animado por los gritos de admiración me puse  a quitarme lentamente el zapato izquierdo. El público me aplaudió.  Estaba ya en calcetines cuando me di cuenta de que un sinvergüenza también se disponía  a desnudarse. Me puse furioso.

         — Yo estaba aquí primero — le dije. Y él me contestó:

         — ¿Es tuyo el boy-scout o qué? — y se puso a quitarse el chaleco.

         — ¡Tiene razón!– se dejaron oír unas voces entre el público– ¡El boy-scout es de todos!

         — Deja esos pantalones– le dije–. Tú aún no estabas en este mundo cuando yo ya salvaba boy-scouts.

         — Habrás salvado a tu abuela–me contestó en un tono insultante.

         — Y tú a tu tía. Vete a hacer puñetas y deja en paz al boy-scout.

        El público iba en aumento. Unos estaban de mi parte, otros decían que todo el mundo tiene derecho a salvar boy-scouts. Vi que las cosas se complicaban y que todo dependía de quién se desnudase primero. Aunque él había comenzado más tarde, como llevaba cremallera me alcanzó.  Le gané solo al llegar a los calzoncillos Al ver que perdía su oportunidad quiso saltar al agua tal como estaba, en ropa interior. Se me encendió la sangre y le eché la zancadilla. ¡Por hacerse el héroe!

       No sé qué pasó con el boy-scout porque a nosotros nos llevaron a urgencias. Yo le disloqué un brazo y él me rompió unos dientes.

       Salvar a los que se ahogan requiere valor y sacrificio.

 

http://es.wikipedia.org/wiki/S%C5%82awomir_Mro%C5%BCek  Información sobre el autor.

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Chagall «El poeta tumbado»

Posted by Biblioteca Alange en febrero 16, 2012

 

Marc Chagall (Vitebsk, 1887 – Saint-Paul de Vence, 1985)

El poeta tumbado (1915)

 

«Suele ser la realidad lo que da el tono a los grandes temas que pinta Chagall, pero luego son los sueños los que a menudo los transforman de manera radical. Crea así un mundo insólito y maravilloso, desconocido en la pintura de la época».

Fuente: http://www.museothyssen.org/microsites/exposiciones/2012/chagall/index.html#ancla

    Para aquellas personas que tengan la suerte de poder ir a Madrid a ver la exposición de este fantástico pintor os dejamos la página del Thyssen para que podáis disponer de las fechas de apertura y cierre, de los horarios, etc. Que conste que nos encantaría verla.

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El gnomo

Posted by Pedro Ferreira en febrero 14, 2012

"... agrandit ce qui n’a pas de bornes,
allonge l’illimité...". 
Charles Baudelaire
Tu luna me muestra su cara oculta
en donde un gnomo encantador habita
y su brebaje de plata hoy me ofrece.
En el espejo amarillo de tu alma
se reflejan mis ojos soñadores
de labios mordidos por el deseo.
Y esa nube que cruza tus montañas
y oculta blanca tus valles profundos
mi mano trémula corre embriagada.
Oh, el lecho marino que se cimbrea
como la dura rama por el viento
hasta explosionar en el hondo abismo
que se colma de labios y de carne.
Oh, alucinada sonrisa, ojos vueltos,
olas deshechas en jirones ebrios
y plata fundida a tu propia sombra.
Qué dulce lasitud queda en las venas
tras probar el veneno de tu jugo.
Qué inmensidad de cielo se navega
tras el naufragio a través de tu sangre.
Tu duende se relame satisfecho
y nueva mixtura a cocer se aplica.

Retamar, diciembre de 2007

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«El ilustre amor» de Manuel Mujica Laínez

Posted by Biblioteca Alange en febrero 14, 2012

El ilustre amor – 1797
Manuel Mujica Láinez
En el aire fino, mañanero, de abril, avanza oscilando por la Plaza Mayor la pompa fúnebre del quinto Virrey del Río de la Plata. Magdalena la espía hace rato por el entreabierto postigo, aferrándose a la reja de su ventana. Traen al muerto desde la que fue su residencia del Fuerte, para exponerle durante los oficios de la Catedral y del convento de las monjas capuchinas. Dicen que viene muy bien embalsamado, con el hábito de Santiago por mortaja, al cinto el espadín. También dicen que se le ha puesto la cara negra. A Magdalena le late el corazón locamente. De vez en vez se lleva el pañuelo a los labios. Otras, no pudiendo dominarse, abandona su acecho y camina sin razón por el aposento enorme, oscuro. El vestido enlutado y la mantilla de duelo disimulan su figura otoñal de mujer que nunca ha sido hermosa. Pero pronto regresa a la ventana y empuja suavemente el tablero. Poco falta ya. Dentro de unos minutos el séquito pasará frente a su casa. Magdalena se retuerce las manos. ¿Se animará, se animará a salir? Ya se oyen los latines con claridad. Encabeza la marcha el deán, entre los curas catedralicios y los diáconos cuyo andar se acompasa con el lujo de las dalmáticas. Sigue el Cabildo eclesiástico, en alto las cruces y los pendones de las cofradías. Algunos esclavos se han puesto de hinojos junto a la ventana de Magdalena. Por encima de sus cráneos motudos, desfilan las mazas del Cabildo. Tendrá que ser ahora. Magdalena ahoga un grito, abre la puerta y sale.

Afuera, la Plaza inmensa, trémula bajo el tibio sol, está inundada de gente. Nadie quiso perder las ceremonias. El ataúd se balancea como una barca sobre el séquito despacioso. Pasan ahora los miembros del Consulado y los de la Real Audiencia, con el regente de golilla. Pasan el Marqués de Casa Hermosa y el secretario de Su Excelencia y el comandante de Forasteros. Los oficiales se turnan para tomar, como si fueran reliquias, las telas de bayeta que penden de la caja. Los soldados arrastran cuatro cañones viejos. El Virrey va hacia su morada última en la Iglesia de San Juan.

Magdalena se suma al cortejo llorando desesperadamente. El sobrino de Su Excelencia se hace a un lado, a pesar del rigor de la etiqueta, y le roza un hombro con la mano perdida entre encajes, para sosegar tanto dolor. Pero Magdalena no calla. Su llanto se mezcla a los latines litúrgicos, cuya música decora el nombre ilustre: «Excmo. Domino Pedro Melo de Portugal et Villena, militaris ordinis Sancti Jacobi…»

El Marqués de Casa Hermosa vuelve un poco la cabeza altiva en pos de quién gime así. Y el secretario virreinal también, sorprendido. Y los cónsules del Real Consulado. Quienes más se asombran son las cuatro hermanas de Magdalena, las cuatro hermanas jóvenes cuyos maridos desempeñan cargos en el gobierno de la ciudad.

-¿Qué tendrá Magdalena?

-¿Qué tendrá Magdalena?

-¿Cómo habrá venido aquí, ella que nunca deja la casa?

Las otras vecinas lo comentan con bisbiseos hipócritas, en el rumor de los largos rosarios.

-¿Por qué llorará así Magdalena?

A las cuatro hermanas ese llanto y ese duelo las perturban. ¿Qué puede importarle a la mayor, a la enclaustrada, la muerte de don Pedro? ¿Qué pudo acercarla a señorón tan distante, al señor cuyas órdenes recibían sus maridos temblando, como si emanaran del propio Rey? El Marqués de Casa Hermosa suspira y menea la cabeza. Se alisa la blanca peluca y tercia la capa porque la brisa se empieza a enfriar.

Ya suenan sus pasos en la Catedral, atisbados por los santos y las vírgenes. Disparan los cañones reumáticos, mientras depositan a don Pedro en el túmulo que diez soldados custodian entre hachones encendidos. Ocupa cada uno su lugar receloso de precedencias. En el altar frontero, levántase la gloria de los salmos. El deán comienza a rezar el oficio.

Magdalena se desliza quedamente entre los oidores y los cónsules. Se aproxima al asiento de dosel donde el decano de la Audiencia finge meditaciones profundas. Nadie se atreve a protestar por el atentado contra las jerarquías. ¡Es tan terrible el dolor de esta mujer!

El deán, al tornarse con los brazos abiertos como alas, para la primera bendición, la ve y alza una ceja. Tose el Marqués de Casa Hermosa, incómodo. Pero el sobrino del Virrey permanece al lado de la dama cuitada, palmeándola, calmándola.

Sólo unos metros escasos la separan del túmulo. Allá arriba, cruzadas las manos sobre el pecho, descansa don Pedro, con sus trofeos, con sus insignias.

-¿Qué le acontece a Magdalena?

Las cuatro hermanas arden como cuatro hachones.

Chisporrotean, celosas.

-¿Qué diantre le pasa? ¿Ha extraviado el juicio? ¿O habrá habido algo, algo muy íntimo, entre ella y el Virrey? Pero no, no, es imposible… ¿cuándo?

Don Pedro Melo de Portugal y Villena, de la casa de los duques de Braganza, caballero de la Orden de Santiago, gentilhombre de cámara en ejercicio, primer caballerizo de la Reina, virrey, gobernador y capitán general de las Provincias del Río de la Plata, presidente de la Real Audiencia Pretorial de Buenos Aires, duerme su sueño infinito, bajo el escudo que cubre el manto ducal, el blasón con las torres y las quinas de la familia real portuguesa. Indiferente, su negra cara brilla como el ébano, en el oscilar de las antorchas.

Magdalena, de rodillas, convulsa, responde a los Dominus vobis cum.

Las vecinas se codean:

¡Qué escándalo! Ya ni pudor queda en esta tierra… ¡Y qué calladito lo tuvo!

Pero, simultáneamente, infíltrase en el ánimo de todos esos hombres y de todas esas mujeres, como algo más recio, más sutil que su irritado desdén, un indefinible respeto hacia quien tan cerca estuvo del amo.

La procesión ondula hacia el convento de las capuchinas de Santa Clara, del cual fue protector Su Excelencia. Magdalena no logra casi tenerse en pie. La sostiene el sobrino de don Pedro, y el Marqués de Casa Hermosa, malhumorado, le murmura desflecadas frases de consuelo. Las cuatro hermanas jóvenes no osan mirarse.

¡Mosca muerta! ¡Mosca muerta! ¡Cómo se habrá reído de ellas, para sus adentros, cuando le hicieron sentir, con mil alusiones agrias, su superioridad de mujeres casadas, fecundas, ante la hembra seca, reseca, vieja a los cuarenta años, sin vida, sin nada, que jamás salía del caserón paterno de la Plaza Mayor! ¿Iría el Virrey allí? ¿Iría ella al Fuerte?

¿Dónde se encontrarían?

-¿Qué hacemos? -susurra la segunda.

Han descendido el cadáver a su sepulcro, abierto junto a la reja del coro de las monjas. Se fue don Pedro, como un muñeco suntuoso. Era demasiado soberbio para escuchar el zumbido de avispas que revolotea en torno de su magnificencia displicente.

Despídese el concurso. El regente de la Audiencia, al pasar ante Magdalena, a quien no conoce, le hace una reverencia grave, sin saber por qué. Las cuatro hermanas la rodean, sofocadas, quebrado el orgullo. También los maridos, que se doblan en la rigidez de las casacas y ojean furtivamente alrededor.

Regresan a la gran casa vacía. Nadie dice palabra. Entre la belleza insulsa de las otras, destácase la madurez de Magdalena con quemante fulgor. Les parece que no la han observado bien hasta hoy, que sólo hoy la conocen. Y en el fondo, en el secretísimo fondo de su alma, hermanas y cuñados la temen y la admiran. Es como si un pincel de artista hubiera barnizado esa tela deslucida, agrietada, remozándola para siempre.

Claro que de estas cosas no se hablará. No hay que hablar de estas cosas. Magdalena atraviesa el zaguán de su casa, erguida, triunfante. Ya no la dejará. Hasta el fin de sus días vivirá encerrada, como un ídolo fascinador, como un objeto raro, precioso, casi legendario, en las salas sombrías, esas salas que abandonó por última vez para seguir el cortejo mortuorio de un Virrey a quien no había visto nunca.

FIN

Fuente: http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/mujica/ilustre.htm

 

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Con amor

Posted by Biblioteca Alange en febrero 14, 2012

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